

V. M. SAMAEL AUN WEOR
¿En qué se parecen la luna y el mar, el sol y las plantas, los eclipses y las enfermedades?
Durante incontables eras los sabios de todas las civilizaciones buscaron en las estrellas el destino de los hombres, pues allí estaba el origen de ellos mismos.
Sabían, por ejemplo, los Incas que cuando las pléyades se asomaran en el horizonte al amanecer llegarían el verano y la lluvia. Los Caldeos conocían que cuando Venus, la Luna y el Sol se juntaran vendría un nuevo ciclo cósmico y con ello tiempos que se alternarían entre la guerra y la paz, la abundancia y la reserva, la lluvia y la sequía…
De entre todas las antiguas culturas, el legado principal de lo que hoy conocemos como Astrología es de origen árabe, quienes redactaron sus conocimientos y exportaron sus sistemas de predicción, lo que fue adoptado más tarde en Grecia bajo el nombre de “Horóscopo”, que significa “Observar el tiempo”.
El horóscopo árabe eran cálculos realizados al momento de nacer una persona en base a la posición de los planetas y las estrellas con respecto a su posición original. Por lo cual, cada astrólogo estudiaba el movimiento estelar en base al destino de una persona, quienes eran generalmente reyes y príncipes, indicándole al monarca los momentos más propicios para asegurar el éxito de cada actividad que quisiera desarrollar.
Este sistema es conocido como la observación de la “carta astral” sobre, precisamente, los movimientos de los astros.
La carta astral, mapa estelar natal, o simplemente “carta” de cada individuo es el esquema donde se encuentran todas las posiciones exactas de cada astro en el cielo. Frente al astrólogo, esta carta determina las influencias que esa persona recibió al momento de su nacimiento y, por lo tanto, sus dotes, talentos, gracias, aptitudes y capacidades, tanto en el amor, en los estudios, en las relaciones sociales, en las artes, la familia, etc.
También están allí a la vista sus dificultades, dolencias, traumas, complejos o aquellos aspectos de mayor dificultad a presentarse en la vida de dicha persona.
Hay una cultura muy especializada en este tipo particular de “letras astrológicas”. La civilización hindú y su portentísima disciplina médica Ayurveda encuentra en los astros de una persona el karma de su pasada existencia y con ella las facultades biológicas y de carácter personal que ayudaran a establecer la medicina correcta para su vida.
El karma para ellos es el resultado de todas las acciones pasadas, “causa y efecto”, sin una connotación negativa en particular, sino más bien una recompensa por las que fueron positivas y una lección o aprendizaje necesario para aquellas que fueron negativas.
La existencia de vidas anteriores para la religión hindú tiene por base el reconocimiento de una conciencia, una esencia eterna que existe más allá del tiempo y que “desciende” a este mundo de ilusión, reencarnándose en un cuerpo que le permita obtener la sagrada experiencia de vivir.
Acorde a la astrología hindú o védica, todas esas huellas de la esencia en su paso por este mundo se encuentran en la posición de los astros al momento de efectuarse el primer llanto al nacer.
Por esto es que los astrólogos-médicos Ayurvedas estudiaban las posiciones planetarias de sus pacientes, para conocer el karma que los afligía y la causa de sus males en otras existencias.
De entre estos conocimientos extraídos de las mágicas escuelas antiguas, podemos deducir la gran importancia de conocer las influencias planetarias, dentro y fuera de nosotros.
Semejante a esos movimientos planetarios que llevan al mundo a esgrimirse en guerras o a formar la paz, también dentro de nosotros las guerras internas y el bienestar emocional son influidos directamente por los astros en sus danzas estelares.
Debemos buscar ser nosotros mismos el mejor astrólogo que podamos tener, para estudiar así el efecto de cada influencia que carguemos de nacimiento, además de las que recibamos a lo largo de nuestro diario vivir.
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