AL HALLAJ el Gran Maestro Sufí
En todas las culturas y formas religiosas del mundo han existido grandes hombres y mujeres que a base de un trabajo sobre sí mismos alcanzaron la unión con su Real Ser. Con ese principio divino que mora en todos los individuos. Y de esta forma alcanzaron la sabiduría auténtica y la santidad.
Pero esa vida que resplandece, esa luz, nunca puede quedar estática una vez que despierta. Y es por eso que aquellos seres humanos fueron grandes Profetas y Maestros de la humanidad. Y han dedicado su vida a enseñar, para que cada individuo encuentre el camino a su propio Ser.
Un Maestro Revolucionario
“(…) AL HALLAJ, nació en el Irán en el año 857 y fue nieto de un devoto del Gran Maestro Zoroastro.
AL HALLAJ fue iniciado en los Grandes Misterios del SUFISMO. Cuentan las tradiciones árabes que cuando cumplió cuarenta años de edad, estuvo en franco desacuerdo con los juristas y tradicionalistas ortodoxos, y salió a la calle para predicar directamente a las multitudes los sublimes principios de la vida espiritual.
Escrito está que AL HALLAJ el Gran Maestro Sufí, enseñó con su palabra y con su ejemplo viajando incansablemente por el Irán, la India, el Turquestán, etc., llegando hasta las mismas fronteras de la vieja China.
El Gran Maestro AL HALLAJ era fuera de toda duda un tremendo REVOLUCIONARIO. Los políticos celosos y envidiosos lo acusaban de peligroso agitador. Los DOCTORES de la ley, de confundir lo humano y lo divino. Hasta los mismos Maestros del SUFISMO no tuvieron inconveniente en acusarle de romper la disciplina de lo ARCANO al divulgar los Misterios Esotéricos entre las gentes. Y como es apenas normal en todos estos casos, no faltaron jueces dispuestos a condenarlo por muchos supuestos delitos. Tales como el de farsante, impostor, MAGO NEGRO, HECHICERO, BRUJO, profanador de los misterios, alborotador del pueblo, ignorante, predicador, enemigo del gobierno, etc.
El encierro del Maestro
AL HALLAJ, el Gran Místico Sufí es encerrado en una infame prisión por nueve años. Y luego, vilmente mutilado y ejecutado el 27 de marzo de 922, en el año 309 de la Hégira.
Cuentan las sagradas tradiciones del Islam que cuando vino la noche terrible en que debía ser sacado de su calabozo hacia el alba para ser ajusticiado, se puso de pie y dijo la plegaria ritual prosternándose dos veces.
Dicen los que le vieron que concluida su plegaria, repitió sin cesar: Engaño, engaño… hasta el final de la negra noche y después de un largo y profundo silencio, exclamó: “VERDAD, VERDAD”. Y volvió a erguirse: ciñó el velo de su cabeza, se envolvió en su bendito manto, extendió sus sagradas manos cristificadas, volvió su divino rostro en dirección a la Kabha, entró en éxtasis y habló con su Dios interno.
Cuando salió de la prisión ya de día, las multitudes lo vieron en pleno éxtasis de júbilo danzando feliz bajo el peso de sus cadenas. Los verdugos le condujeron sin misericordia alguna a la Plaza Pública donde después de haberle flagelado con quinientos azotes, le cortaron las manos y los pies.
¡Oh Dios mío! Voy a entrar en la morada de mis deseos y allí contemplaré tus maravillas. ¡Oh Dios mío!, Si Tú manifiestas tu amor aun a aquel que te perjudica, ¿cómo entonces no lo darías a aquel que es perjudicado en Ti?” (…)
A la hora vespertina, cuando llegó la hora de la plegaria, vino la orden del cruel califa sanguinario autorizando degollar a la santa víctima. Pero los verdugos dijeron: “Es demasiado tarde, dejémoslo para mañana”.
Muy de mañana se cumplió la orden del Califa y AL HALLAJ aún con vida fue bajado de la cruz y lo condujeron para cortarle el cuello. Cierto testigo lo oyó decir en voz muy alta: “Lo que quiere el extático, es el Único, sólo consigo mismo”. Luego lleno de éxtasis recitó el siguiente versículo sagrado: “Los que no creen en la última hora son arrastrados a ella con prisa; pero los que creen la esperan con un temor reverencial, pues saben que ella es la VERDAD”.
Así con estas solemnes palabras concluyó la vida del Omni Cósmico y Santísimo AL HALLAJ. Su venerable cabeza bendita cayó sangrando bajo el filo de la espada, como un holocausto sangriento en el ARA del SUPREMO SACRIFICIO por la humanidad. El odio venenoso de los verdugos fue tan grande que ni siquiera se autorizó amortajar el cadáver o darle cristiana sepultura.
Cuentan las viejas tradiciones del Islam que las sagradas cenizas del Viejo Sufí AL HALLAJ fueron dispersadas por el viento desde lo alto de la Manarah. Dicen las antiguas leyendas Árabes que en vez de blanca sábana, el cadáver de este Santo fue enrollado en inmunda estera humedecida con petróleo. Cuando el cuerpo santo ardió consumido por el fuego del holocausto, la naturaleza entera se estremeció llena de infinito terror.
EL GRAN HIEROFANTE SUFI AL HALLAJ a base de cincel y martillo transformó a la PIEDRA BRUTA dándole una forma CÚBICA perfecta. El Gran Inmolado AL HALLAJ antes de morir ya había muerto absolutamente en sí mismo y dentro de sí mismo.
La resplandeciente Alma de Diamante del Imán AL HALLAJ caminando por el sendero celestial se dirige hacia el Absoluto. El gran Iniciado Sufí AL HALLAJ, nació, murió y se sacrificó totalmente por la humanidad.”
Samael Aun Weor
Bien vale la pena concluir (…) con esa inefable oración que con infinito amor nos dejara el CRISTO MAHOMETANO IMÁN AL HALLAJ y que se titula:
OH TODO DE MI TODO…
“¡Heme aquí, heme aquí, oh mi secreto, oh mi confidencia!
¡Heme aquí, heme aquí, oh mi fin, oh mi sentido!
Te llamo… no, ¡eres tú quien me llama a Mí!
¿Cómo te hubiera hablado, a Ti, si Tú no me hubieras hablado a mí?
¡Oh esencia de la esencia de mi existencia, oh término de mi designio,
Tú que me haces hablar, oh Tú, mis enunciaciones. ¡Tu, mis parpadeos!
¡Oh Todo de mi Todo, oh mi oído, oh mi vista!
¡Oh mi totalidad, mi composición y mis partes!
¡Oh Todo de mi Todo, Todo de toda cosa, enigma equivoco, oscurezco el todo de Tu todo al querer expresarte!
¡Oh Tú, de quien mi espíritu estaba suspenso, ya al morir de éxtasis,
¡Ah! ¡Continúa siendo su prenda mi desdicha!…
¡Oh supremo objeto que yo solicito y espero, oh mi huésped,
¡Oh alimento de mi espíritu!, ¡Oh mi vida en este mundo y en el otro!
¡Sea mi corazón Tu rescate! ¡Oh mi oído, oh mi vista!
¿Por qué tanta demora, en mi apartamiento, tan lejos?
¡Ah aunque para mis ojos Te escondes en lo invisible, mi corazón ya te contempla, desde mi alejamiento, si, ¡desde mi exilio!”
AL HALLAJ.
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